Las estereotipias son un tipo de movimiento que normalmente aparece en los primeros tres años de vida y, aunque generan preocupación, no tienen porqué ser sinónimo de la presencia de un trastorno. De hecho, en el período de la lactancia es frecuente que aparezcan y desaparezcan sin necesidad de intervenir.
A través de este artículo descubrirás qué son exactamente, qué tipos hay y su relación con el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
¿Qué son las estereotipias?
Las estereotipias son movimientos involuntarios, es decir, la persona no desea realizarlos y no tienen una finalidad a nivel motor. Además, se caracterizan por ser movimientos que son repetitivos y rítmicos siendo exactamente iguales en cada repetición. Esta última característica es esencial para poderlos diferenciar de los tics, otro tipo de movimientos pero que en este caso, su forma de presentación varía de un momento a otro, es decir, no son movimientos coordinados. Cuando se observa a alguien que presenta una estereotipia se asemeja a un movimiento que sigue un ritual y que puede parecerse a movimientos que realizan las personas que presentan trastornos de la conducta obsesiva u otros trastornos relacionados. Respecto a las estereotipias, algunos ejemplos de movimientos el aleteo con las manos, el balanceo, etc.
Por otro lado, otra de las características principales de los movimientos estereotipados es que cuando la persona está concentrada o distraída con alguna actividad específica, no aparecen y no influyen en la realización de una actividad motora que es voluntaria, así como tampoco aparecen durante el sueño. Aunque no tengan una finalidad y sean involuntarias, éstas incrementan cuando la persona se encuentra en un entorno estresante o con muchos estímulos y, en algunos casos, son una forma de gestionar las emociones.
¿Qué tipos de estereotipias existen?
Cuando hablamos de estereotipias podemos diferenciar entre una amplia variedad, sin embargo, se pueden diferenciar tres clasificaciones principales:
Estereotipias primarias y secundarias:
Esta clasificación es la más importante ya que diferencia si las estereotipias están relacionadas con alguna alteración o no:
Estereotipias primarias: Las estereotipias primarias (o también llamadas fisiológicas) son aquellas que pueden aparecer en niños y niñas con un desarrollo neurológico considerado normal y puden ser transitorias o crónicas dependiendo de cada caso. Éstas suelen aparecer en los tres primeros años de vida y, de hecho, como hemos comentado anteriormente, los lactantes suelen presentar estereotipias primarias que disminuyen sin intervención a partir de los 6 meses. Algunos ejemplos de este tipo de estereotipia son el balanceo del tronco, el movimiento brusco de la cabeza, chuparse el dedo, etc.
Estereotipias secundarias: A diferencia de las estereotipias primarias, las secundarias se dan como consecuencia de la presencia de un trastorno neurológico como, por ejemplo, en el trastorno del espectro autista, en el retraso mental, enfermedades neurogenéticas, etc. Su pronóstico, a diferencia de las primarias que disminuyen con la edad, suele producirse un aumento tanto su frecuencia como su intensidad y influyen negativamente en las actividades diarias. En ocasiones, el movimiento estereotipado suele implicar la autolesión, es decir, conductas como rascarse la piel continuamente, golpearse, etc. que acaban por generar lesiones.
Estereotipias motoras o verbales:
Aunque anteriormente hemos hablado de las estereotipias motoras, también se puede diferenciar entre las motoras y las verbales (o también llamadas fónicas):
Estereotipias motoras: Dentro de las estereotipias motoras se pueden distinguir según la parte del cuerpo con la que se realiza, pudiendo darse con todo el cuerpo (balancearse, girar sobre sí mismo, etc.), con la cabeza (balancear la cabeza, inclinarla, etc.), con las extremidades (aleteo, cruzar los brazos, etc.), con deambulación (corre o anda con puntillas, corre continuamente por el mismo espacio, etc.) y con las manos (o también llamadas “manerismos”) que se pueden diferenciar entre si se producen con una sola mano, con ambas o con objetos.
Estereotipias verbales: Las estereotipias verbales, al igual que las motoras, no son voluntarias, son repetitivas y no tienen ningún fin. En este caso, lo que se repite son sonidos, sílabas o grupos de palabras. De este tipo de estereotipias se pueden diferenciar entre los sonidos guturales (hechos con la garganta), la repetición de palabras, de frases, la imitación de sonidos (como, por ejemplo, de animales) y las ecolalias. Estas últimas consisten básicamente en la repetición de palabras o frases que se han escuchado con anterioridad y esta repetición puede ser inmediata o demorada.
Estereotipias simples o complejas:
Las estereotipias también se pueden clasificar entre simples y complejas dependiendo de si son movimientos o ruidos que son simples o si se trata de la repetición de actividades más complejas o la repetición de frases.
Estereotipias y trastorno del espectro autista:
El trastorno del espectro autista (o TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que como síntoma asociado se encuentra la presencia de patrones repetitivos de comportamiento, actividades o intereses que se pueden manifestar a través de las estereotipias (tanto motoras o verbales). Estas aparecen normalmente por la presencia de demasiados estímulos (ruido, luces, etc.) que sobrepasan la tolerancia de la persona ocasionando emociones como ansiedad, frustración, etc. y, en este caso, las estereotipias servirían para gestionar estas emociones ya que producirían una sensación de control.
Aunque proporcionen una sensación de control, como ya hemos comentado con anterioridad, las estereotipias también pueden ser autolesivas y pueden interferir en el funcionamiento de la persona ya sea a nivel académico, social, etc. por lo que requieren de la atención y acompañamiento de un profesional.
Las estereotipias se pueden confundir con otras problemáticas como los tics y, en ocasiones, aunque generan preocupación pueden presentarse sin la presencia de ninguna otra dificultad. Es por este motivo que es necesaria la atención de un profesional para que pueda emitir un diagnóstico y un pronóstico teniendo en cuenta cada caso, así como ofrecer pautas de intervención si fuese necesario.
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